top of page

La historia de Jonás

Todo inicia desde que la memoria cobra importancia, a eso del 94 cuando lo más sonado entre los chicos era el mundial de futbol Usa 94 y la circulación de las láminas con los jugadores de cada equipo; sin duda momentos memorables de la                                                                      historia del futbol. Sin embargo, este cuento no habla precisamente del futbol, esto                                                                    fue solo una breve introducción al momento histórico desde el cual inicia la travesía                                                                  por la vida de Jonás un chico que a sus 7 años era alguien completamente feliz, sin                                                                       apuros en la vida, sentía que nada le faltaba y la experiencia más significativa del                                                                     amor para ese entonces fue el disfrutar de la compañía y el amparo de su joven                                                                             madre. Este chico de familia campesina vivía para entonces en una zona veredal de                                                                    los campos de Boyacá, allí disfrutaba del campo y del calor de madre que siempre tuvo consigo; particularmente él admiraba y de hecho disfrutaba una de las partes del cuerpo de su amada madre, sus brazos, despertó curiosamente una manía obsesiva pero sana por tomar y morder los brazos de la joven campesina que a pesar de haber sido ya madre de cuatro hijos varones, las bondades de la juventud aún le acompañaban.

La vida trascurría y Jonás crecía en un ambiente de vecindario campesino en donde

pocos son los actores pero fuertes las relaciones humanas; en la zona donde él

habitaba había quizá unos seis chicos (niños y niñas) contemporáneos con él; dos de

ellos vecinos muy cercanos, hablo de Paola y Edwin a quien le conocieron siempre

como “Chapín”. Estos dos niños aunque de edades muy similares, eran tía y sobrino,

los dos muy amigos de Jonás, pasaron años juntos y compartieron múltiples experiencias

de vida. De pronto, la inocencia de la infancia se fue mesclando con los apuros de la

pubertad; Jonás empezó a despertar un gusto especial por la presencia de Paola,

una niña sin duda hermosa y con grandes cualidades que atraían a su legendario amiguito. Lastimosamente para Jonás y tal vez para quienes en su adultez le acompañan, este chico no desarrolló ciertas habilidades de interacción con personas del sexo opuesta, es decir, desde muy niño empezó siendo tímido con las niñas y esto se prolongó por el resto de su vida; quizá esto se debe a que fue criado por su madre soltera y nunca tuvo ni el ejemplo ni los consejos de su madre. El chico entonces experimentaba lo que podría llamarse el primer y más puro amor que una persona pueda vivir, esto justamente con Paola, su vecina y tía de su mejor amigo de la infancia, “Chapín”. Vivieron muchas cosas juntos estos pequeños, compartían jardín  comunitario, clases en la primaria y hasta veían televisión juntos en las noches porque las inclemencias de la vida campesina obligaban a quien no tenía televisor a buscar de la invitación de aquel que si gozaba de dicha distracción; eran momentos mágicos, en ocasiones Jonás pasaba los minutos sin dirigir la mirada al televisor porque para él era mucho más interesante deleitarse con la belleza de Paola quien concentrada y fingiendo no percatarse de ser observada, no le obsequiaba ni una miradita al desdichado Jonás. En esos ires y venires de la vida, cuando aún el chico conservaba esa dependencia por la compañía de mamá, mientras ella lavaba la ropa en la alberca de la casa, por cierto muy alta para la estatura de Jonás, su hijo solía acompañarla y conversar con ella mientras se colgaba de una de las paredes de la alberca sujetándose de uno de los bordes con la ayuda de sus antebrazos y codos, dejando sus pies como péndulos suspendidos en el aire; mientras eso pasaba, por momentos la creativa mente de Jonás fantaseaba con el recuerdo de Paola con quien visualizaba en su imaginación un acercamiento amoroso, obviamente con la pureza que para la edad conservaban sus pensamientos; sin embargo, lo inevitable un día llegó, el chico de pies colgantes, empezaba a experimentar cambios extraños en su cuerpo y en las sensaciones que ciertas partes de su cuerpo le transmitían, todo esto sin exteriorizarlo ya que la relación con mamá no tenía el aire de confianza como para contar estas cosas. El tiempo seguía su marcha, la televisión empezaba a marcar un precedente en el desarrollo sexual de Jonás y eso en concurso con la experiencia de los primeros días de colegio, donde conocería nuevas y muchas más chicas, despertaron en la creativa mente del chico otro tipo de sensaciones, estas de mayor complejidad para su entendimiento. Lo cierto fue que Jonás nunca se atrevió a dar el paso hacia adelante con lo que sentía por Paola y ella simplemente escapó de su vida más adelante como la arena que se esfuma por entre los dedos de quien la toma en sus manos.

En la vida de colegio, con la televisión cada vez menos censurada y las diferentes experiencias que la dinámica social de interacción entre géneros trae, un día los pies colgantes de Jonás sirvieron, inexplicablemente para él, como estimulante para que junto con el rose entre la pared y el cuerpo del chico se produjera un acto de variación de la rigidez y el tamaño de una parte de su cuerpo, que con posteriores movimientos se desencadenaba en unas pulsaciones y movimientos repetitivos e inexplicables que sin entender le proporcionaban una sensación placentera al chico, tanto que lo convirtió en repetitivo hasta la etapa de su vida en la que el cuerpo evoluciona para sacar fuera sus líquidos masculinos.

Ya en la pubertad, pasando por un proceso en el que los amigos de la infancia empezaban a tonar otros rumbos, aunque no alejados geográficamente, si en materia del vínculo de amistad y eso causaba en Jonás un sentimiento de nostalgia y miedos hacia el futuro, un futuro que podía dejarlo solo si sus amiguitos de infancia se marchaban a otros lugares. Atrás fue quedando Paola y desvaneciéndose del mismo modo esos sueños de esperanza que el chico mantenía en su mente y recreaba en momentos de soledad e inactividad. Vino el colegio de lleno, la fase de evolución llegó y Jonás descubría que no se iba a quedar solo, porque más bien los que se quedarían aislados serían sus ya desvanecidos amigos ante la presencia de nuevos compañeros de clase y niñas muy lindas que le rodeaban. Fue un círculo vicioso en el que se repetían los episodios de las sanas fantasías y los pies colgantes, con ese momento de misterio entre lo que cambia en el cuerpo y las sensaciones que produce, solo que ya en los pensamientos no estaba Paola sino que vinieron en sus momentos otros nombres: Laura, María, Mónica. Las protagonistas eran distintas, más el esquema de desarrollo siempre fue el mismo: un chico tímido que sentía atracción por ellas pero por timidez no se lo decía y prefería refugiarse en el ejercicio de los pies colgantes. El tema de los amigos igualmente avanzó dejando atrás la presencia de “Chapín” y viniendo para quedarse por un buen rato (todo el bachillerato) los nombres de José, Jeffer y Juan Carlos.

La mente y el cuerpo fueron cambiando a pasos agigantados, tanto que algunos de los cambios en el cuerpo no se recibieron con mucho agrado. Llegó la adolescencia y con ella una serie de modificaciones en la forma de pensar, de actuar y de ver la vida. En ese tiempo fue clave la compañía de los hermanos mayores de Jonás. De pronto, un sentimiento de rechazo hacia una chica del mismo colegio pero de diferente jornada, cambió en un giro de 180 grados al vivenciar la fusión de las dos jornadas del colegio; la protagonista: Carolina, una chica que tenía tanto talento y empuje como pecas en su rostro; sin embargo eran las pecas esos adornos que cumplen el papel de la cereza del pastel en el físico de una mujer; eran, además de su estatura y su esbelta figura, las pecas en su rostro lo que la hacían irresistible para el aún desdichado Jonás. Esa adolescente que en un momento de la vida vio con repulsión, ahora la veía con mucha atracción, sufrió esto por tres años y lo soportó gracias al ejercicio de los pies colgantes; más los amigos ahí permanecieron sin perder color en ningún momento.

 

Algo que repetiría la experiencia vivida por Jonás cuando dejó atrás a Paola, pero esta vez con más  estragos en su estructura emocional, fue la ceremonia de grados de 11en el bachillerato. Esto significaba volver a repetir la historia en la que al salir de la primaria el chico tuvo que alejarse de Paola ya que ella no iría al mismo plantel educativo; esta vez era igual, solo que dolía más y la urgencia por romper ese círculo vicioso de desaires amorosos compensados con los pies colgantes era en verdad inminente, pero aún incierta. Tal parecía que los cambios hormonales hacían de las suyas, esa etapa de vida fue para Jonás una de las más críticas y que marcó muchos de los comportamientos que en la adultez tendría este personaje. El espíritu rebelde de la adolescencia, en busca de independencia ante la salida del colegio, fue el mismo que le llevó a pelearse duramente y por primera vez con su amada madre y su hermano, en realidad fue algo de eso que llaman berrinche en el lenguaje clásico de mamá, pero desde entonces marcó la pauta para el acostumbrado arrebato que hace que Jonás desaparezca por meses de la percepción de los seres que lo quieren.

Una vez fuera del colegio y con el título de bachiller, la vida fue tomando otros tintes para el recién graduado; de pronto las cosas se dieron y él ya estaba en la Policía Nacional adelantando una carrera. Pasó el tiempo y Jonás fue destinado a prestar sus servicios en el departamento de Nariño, donde tendría la oportunidad de ampliar grandemente la percepción que hasta el momento había tenido de la belleza femenina; fue allá donde por primera vez el chico consiguió su primera experiencia real de intimidad con una persona del sexo opuesto yeso porque ella fue quien lo llevó por este camino de placer. Este placer que posteriormente se repetiría en el trasegar de la vida laboral de Jonás en unas variadas pero no muy numerosas ocasiones, en diferentes lugares del territorio nacional.

En un evento sorpresivo de la vida, Jonás resultó gozando de las mieles del amor (un sentimiento real) con una chica muy joven; ella era una adolescente mientras que él ya un adulto con algo de experiencia; fue una relación basada en el amor verdadero y el respeto por la pareja, por lo menos de parte de Jonás; sin embargo, la corta edad de la chica y la poca experiencia de Jonás en las relaciones de familia llevaron a que esta relación caducara dejando al despechado hombrecito vagando por la vida en busca no de aventuras, sino de un nuevo amor que le diera todo lo que un día tuvo y ya no tenía. En ese experimentar de persona en persona, Jonás se alejó de cualquier figura de amigos masculinos, permaneció solo y rodeado simplemente de los compañeros de trabajo, quienes por lo general dan consejos de gran experiencia en las relaciones de pareja basadas exclusivamente en el placer y no en los sentimientos.

De repente la vida de Jonás dio un vuelco total, pero este sería para bien; conoció a una joven Psicóloga que le ocuparía la mente, el cuerpo y el corazón; a pesar de que al comienzo las cosas fueron un poco traumáticas para los dos por las situaciones coyunturales de rompimiento de relación que vivían, finalmente las cosas entre los dos se dieron  para consolidar una relación de pareja que lejos de reemplazar aquella que había perdido y que tan afanosamente buscaba encontrar en otra mujer, lo que le brindó a Jonás fue una nueva experiencia de vivir el amor pero con madurez, con responsabilidad, sin las salpicaduras grises del drama de la adolescencia pero si con todo el fuego de la juventud que cuando se juntan Jonás y Esmeralda encienden hasta empañar los vidrios de cualquier recinto en el que se hallen.

Hoy Jonás ya no es ese niño inocente que un día empezaba a hacer uso de la memoria con los afiches de Usa 94, pero lo cierto es que ha recuperado mucho del bienestar que la adolescencia y la adultez le venían privando mientras transcurrían sus dramáticos días sin tener consuelo; hoy cursa la carrera más importante de su vida, la del proyecto familiar con Esmeralda. Esperaremos en adelante que deparará el incierto destino para nuestro protagonista de la historia.

 

                                                           Fin

ANÁLISIS DEL DESARROLLO SEXUAL

 

Con la anterior historia se evidencia una vida de un hombre que pasó por muchas de las situaciones propias de cada etapa en referencia con el desarrollo sexual, fue un proceso dentro de los términos normales que la sociedad moralista espera, aunque encontrando como punto de resalte el tema de la timidez a la hora de interactuar con personas del género opuesto, pero que se mezcla con ese gusto intenso y apasionado por ese mismo tipo de personas; se considera un tema para analizar un poco más a profundidad y quizá con la ayuda de un profesional experimentado que pueda detectar posibles patologías o proporcionar las herramientas  y técnicas para comprender mejor esta realidad y saber manejarla.

CREDITOS

© Henry Vasquez

bottom of page